micue_fotoNací en Madrid en 1978, en la época en que los tomates sabían a tomate y hacíamos caso al profesor en el colegio. Ya desde niño me encantaba merodear por la cocina y meter la nariz en todos los pucheros. Como la mayoría de los cocineros, fue mi madre la que me contagió su pasión por la gastronomía.

En seguida supe que quería ser cocinero, así que a los 16 años ingresé en la Escuela de Hostelería María de Zayas y Sotomayor de Majadahonda (Madrid). Como no sólo de teoría vive el hombre, simultáneamente hice prácticas en el Cenador del Salvador, en Moralzarzal (Madrid) con Salvador Gallego. Al terminar los estudios, decidí que quería seguir aprendiendo con uno de los grandes cocineros de este país. Como entonces no había Internet ni mails, busqué el teléfono del restaurante en un libro enorme de cocina y, con un hilillo de voz, pregunté: “¿Arzak?”. Para mi sorpresa contestaron positivamente, así que llené las maletas de ilusiones y me trasladé a San Sebastián, donde estuve un año y medio trabajando a las órdenes de Juan Mari. Un verdadero lujo aprender a su lado. Él mismo me encaminó a seguir mi formación con Santi Santamaría y Xavier Peciller en el Raco de Can Fabes, donde en principio iba a estar seis meses y al final me quedé un año y medio. Además de aprender técnicas de alta cocina, a veces hacía escapadas a la charcutería de Saint Celloni para preparar fiambres y embutidos artesanales.

A mi regreso a Madrid trabajé con Pedro Olmedo y la familia Ollarvyde en el Santo Mauro. También estuve una temporada trabajando en el restaurante El Olivo, hasta que me ofrecieron un puesto de jefe de cocina en la Embajada de España en París. No lo dudé un momento, así que hice otra vez mis bártulos y me fui a la ciudad de la luz. No aprendí mucho francés, pero al cabo de unas semanas ya tenía la apariencia y el porte de un auténtico chef francés.

Mi siguiente paso profesional me llevó a ejercer de jefe de pastelería en Calle 54, compartiendo fogones con su jefe de I+D, el genial Xabier Gutiérrez. En esa época empecé a explorar el mundo de los banquetes y caterings trabajando en Mallorca, IFEMA, el Palacio de Congresos o el Hotel Palace. Ya por entonces comencé a darle vueltas a la idea de montar un servicio de alta cocina en casa, de donde surge “Oliveira, Alta Cocina en Casa”, la primera empresa que monté a mis tiernos 26 añitos. Ofrecía servicios de alta cocina para domicilios particulares y empresas como Coca-Cola, Grupo Santander, montajes en teatros, etc…

En el 2007 decidí por fin montar el restaurante “Micue” en mi ciudad, Majadahonda. Un restaurante que se distinguía por hacer cocina de autor, primando la calidad de los productos y de la mano que los elaboraba. Además incorporé al restaurante otra de mis grandes pasiones, la música (toco la guitarra y el contrabajo), organizando veladas de jazz varios días a la semana.

En el 2012, como estaba muy de moda en España, decidí cerrar las puertas del restaurante “Micue”. Empecé entonces una nueva etapa de transición como asesor de restaurantes y desarrollador de I+D.

Y ahora, en el 2013, lanzo Micue GastroHome, un servicio gastronómico personalizado que organiza cenas en mi propio domicilio madrileño. Me atrae la idea de cambiar el espacio de creación del restaurante tradicional y acercar la cocina a los comensales. El concepto es simple: comer con la calidad de un restaurante, tan a gusto como lo harías en tu casa y tan bien como comerías en casa de tu madre. Al menos de la mía.

 

Micue